EL MUNDO, 12.05.06

«Nada se puede hacer desde aquí para desbaratar esa misión»

ALI LMRABET. Corresponsal en Marruecos

En Bruselas, una de las prioridades de la embajada española ante la UE es, al igual que la legación francesa, defender a ultranza los intereses del régimen alauí. EL MUNDO ha tenido acceso a algunas notas diplomáticas españolas enviadas desde la capital belga y muy reveladoras de cómo la diplomacia española tiene que tratar los asuntos de Marruecos.

El 24 de noviembre de 2005, el embajador, Juan Bastarreche, comenta en uno de sus mensajes a Moratinos que «nada se puede hacer desde aquí para desbaratar esa misión». La misión que el alto funcionario español intentó desbaratar era un viaje al Sáhara de diplomáticos de las embajadas en Rabat de Suecia, Finlandia y Noruega para comprobar si los Derechos Humanos eran respetados en la antigua colonia española.

En otra nota, fechada el 27 de octubre de 2005, y firmada por Juan González-Barba, segundo del embajador Bastarreche, el diplomático explica con tintes triunfalistas que la «embajada tuvo que poner toda la carne en el asador para suprimir las vaguedades del borrador, alabar los avances y tratar de limitar las críticas a los sectores en los que aún hay déficit [restricciones a la libertad de información mediante un Código de Prensa excesivamente sancionador]». Se trataba de conversaciones tendentes a establecer una posición común de la Unión en vísperas del Consejo de Asociación con Marruecos del 22 de noviembre (2005).


EL MUNDO, 12.05.06

El ministro Moratinos, «entregado» a la autocracia marroquí

El periodista Ignacio Cembrero ataca en su último libro la relación española con Rabat

ALI LMRABET. Corresponsal en Marruecos

Cuando el pasado mes de octubre Miguel Angel Moratinos pidió para Marruecos una «integración» en la UE «casi idéntica» a la que obtendría Turquía, el ministro de Asuntos Exteriores justificó esta apasionada defensa del país vecino arguyendo que defender la relación con Rabat no es «ponerse la chilaba» sino velar por los intereses de España.

Ignacio Cembrero, un periodista que no puede contabilizarse entre los que quieren «ponerle la chilaba» al ministro, revela en 'Vecinos alejados', un interesante libro que acaba de publicar la editorial Círculo de Lectores, que esta «defensa de la relación con Marruecos» va más allá de lo normal, de lo ético, y hasta de lo soportable.

Página a página, Cembrero destapa una realidad vagamente conocida: un Gobierno democrático está «entregado» (la expresión es del autor) a una autocracia dirigida por un jefe de Estado inmaduro, primera fortuna del país (según el conocido ensayista francés Guy Sorman, «el sistema feudal de gobierno es la causa del retraso económico de Marruecos»), que hace poco caso de los Derechos Humanos de sus súbditos y reprime duramente al independentismo saharaui. Es una autocracia cuyo mérito consiste en haber podido no solamente hacer que la España de Zapatero calle todas estas arbitrariedades sino que también intente acallar a los que quieren denunciarlas en los foros y organismos internacionales.

Cuando por ejemplo Haizam Amirah, un analista del Real Instituto Elcano, publicó en julio de 2004 una investigación sobre el país vecino asegurando que «Marruecos se ha convertido en un país claramente exportador de terrorismo internacional» y que «es de prever que no deje de serlo en un futuro inmediato», el ministro Moratinos no dudó en llamarle personalmente para reñirle porque sus conclusiones, según el ministro, perjudicaban las relaciones con el reino alauí.

El ministro de Exteriores tampoco lo pensó dos veces cuando escribió una sorprendente carta al director del diario La Razón para advertirle de que las crónicas del corresponsal de su periódico en Rabat, Pedro Canales, un reconocido experto en el Magreb, incomodaban a las autoridades marroquíes.

Cembrero revela también hechos mucho más preocupantes que estas bravatas de un ministro de la democracia. La gira de Moratinos por seis países africanos en diciembre de 2005, oficialmente para pedir a los responsables de esos países que luchen contra la inmigración ilegal, sirvió en realidad para solicitar a los mismos que ayuden al retorno de Marruecos a la Unión Africana, una organización continental de la que el reino alauí se retiró a comienzos de los años 80 para protestar contra la admisión de la República Arabe Saharaui Democrática.

Esta labor mediadora española alcanzó igualmente Estrasburgo, donde, en octubre de 2005, se encargó a Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo, que maniobrara con las tropas socialistas para que Marruecos no fuera condenado por sus reiterados abusos en el Sáhara.

En algunas páginas, Cembrero arremete también, por diversas razones, contra EL MUNDO, olvidando señalar que este diario fue la única publicación que se solidarizó con él cuando estuvo en el centro de una campaña de difamación y acoso por parte de sectores próximos al ministro adjunto del Interior, Fuad Ali el Himma.

--> Ver tambien la Entrevista de IGNACIO CEMBRERO por Pedro Fernández Barbadillo Profesor del Instituto de Humanidades Ángel Ayala-CEU, de la Universidad San Pablo-CEU para Minuto Digital del 12.05.06


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