El Mundo, 07.11.05

Treinta años de conflicto

ALI LMRABET

 

Cada 6 de noviembre Marruecos conmemora la Marcha Verde, genial y monumental caminata popular pensada y organizada por Hassan II hace exactamente 30 años para recuperar, sobre los restos del franquismo, lo que los marroquíes llaman hoy «las provincias del sur», es decir el territorio del Sáhara Occidental. Son 30 años de conmemoraciones, de monótonos discursos reales y de vanas promesas de una pronta resolución de un conflicto que ha enviado a calendas grecas el desarrollo del país y congregado en torno al rey una pesada unidad sagrada que impide toda disidencia intelectual sobre el tema. Treinta años han pasado desde ese forzoso matrimonio de conveniencia, y las cosas siguen igual. O más bien, peor. El conflicto no se ha resuelto, las pobres arcas del Estado soportan la carísima presencia marroquí en el Sáhara y nada en el horizonte hace prever un cambio de rumbo.

Los saharauis de Tinduf continúan prefiriendo el penoso exilio bajo el sol ardiente del desierto argelino a la nacionalidad marroquí y se mofan, cuando tienen ocasión de hacerlo, del perdón «misericordioso» para los hijos perdidos.

Más grave para las certezas marroquíes es el cambio de estrategia del Polisario.Ayer todos los líderes saharauis estaban instalados en Tinduf. Hoy, muchos polisarios de la nueva generación, los Aminatu Haidar, Ali Salem Tamek y Mohamed Mutawakil son saharauis del interior que viven con los marroquíes, participan en debates, dan entrevistas y se jactan pública y corajudamente de su condición de independentistas.

Algunos dirán que es la prueba de que Marruecos está en «transición democrática», ignorando que Haidar, Tamek y Mutawakil se pudren hoy en la Cárcel Negra de El Aaiún.

Rabat ha llegado a la conclusión de que ha perdido la batalla de los sentimientos y que a pesar de una feroz represión, las manifestaciones independentistas no cesan. Al contrario, se incrementan.Los emblemas y las banderas de la RASD (Republica Arabe Socialista y Democrática) nunca han sido tan visibles como en estos días en muchas urbes saharauis.

Algo se mueve en el conflicto del Sáhara, dijo hace unas semanas Miguel Angel Moratinos. Sí, pero se mueve en el Sáhara, y no en Madrid, París o Nueva York.

A los dirigentes marroquíes no les gusta que les den consejos o recomendaciones. Como tienen la suerte de vivir bajo el mismo techo que un rey de derecho divino se creen infalibles. Además, como cuentan con la simpatía norteamericana, el apoyo francés, y la novedosa y cínica comprensión gubernamental española se sienten arropados. Pero, ¡cuidado! Las recientes victorias diplomáticas de los polisarios, tanto en el Parlamento Europeo como en el Africa subsahariana, y el incesante bullicio independentista en el Sáhara vienen a demostrar una vez más que si el conflicto dura desde hace 30 años, es por algo.


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