OPINION

PRISIONEROS MARROQUÍES Y CINISMO DEL MAJZÉN

Carlos Ruiz Miguel

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No es ningún secreto que el cinismo es, junto con la corrupción la gran especialidad del Majzén. El cinismo del Majzén constituye el momento más sobresaliente de las manipulaciones y mentiras que el núcleo dirigente marroquí ejercita constantemente frente a sus súbditos en el interior y frente a otros Estados en el exterior. El último producto elaborado en la factoría de cinismo majzení es el "drama de los prisioneros marroquíes en Argelia en las cárceles de los mercenarios del Polisario".

Durante muchos años el Majzén ha negado la existencia de los prisioneros (una de las habituales mentiras del sultán y su corte). Era difícil negar la existencia de prisioneros cuando cualquier visitante de la región de Tinduf podía visitarlos. Es más, muchos, como el que este escribe, recogieron innumerables cartas de prisioneros marroquíes que franquearon en España con destino a sus familiares residentes en Marruecos. Sí, era difícil negar que existían los prisioneros, pero Hassán II lo negaba. La mentira quedó todavía más de manifiesto, si cabe, con la firma del Plan de Paz en 1990, pues el Plan de Paz admitía la existencia de estos prisioneros y preveía el momento de su liberación, inmediatamente antes del referéndum de autodeterminación allí contemplado. Las razones por las que Hassán negaba la existencia de prisioneros eran dos. En primer lugar, porque suponía admitir que había habido derrotas militares marroquíes frente al Ejército saharaui. Pero además, en segundo lugar, Hassán temía que el reconocimiento de la existencia de prisioneros supusiera un correlativo reconocimiento del Frente Polisario y de la RASD. Esto último era especialmente importante, porque Hassán negaba que el Frente Polisario tuviera existencia propia (según la terminología oficial eran "mercenarios", ninguno de ellos saharaui, claro, a sueldo de Argelia) y tenía como objetivo acabar como fuese con la RASD y el reconocimiento de prisioneros de guerra podría llevar al reconocimiento de ésta.

En los últimos años de su vida, Hassán II cambió de opinión, y Mohamed VI continuó la política de su padre (en esto como en casi todo). Este cambio de opinión vino motivado por una actuación, a mi juicio, imprudente y equivocada de la RASD y del Frente Polisario. Ese error vino dado por la autorización de la RASD y del Frente Polisario al CICR (comité internacional de la Cruz Roja) para que visitara a los prisioneros. Al ver Hassán que el Polisario aceptaba algunas de las prerrogativas que los convenios de Ginebra conceden al CICR sin que la RASD hubiera ratificado los mismos, Marruecos se encontró con un arma que no sospechaba siquiera que pudiera existir, tan grande fue la ingenuidad saharaui. En efecto, la decisión del Polisario de dejar al CICR visitar a los presos sin que la RASD ratificara los convenios de Ginebra suponía un giro de 180 grados del problema. En efecto, la situación previa era que los prisioneros no gozaban de los derechos de los convenios de Ginebra a cambio de que la RASD no fuera reconocida como Estado miembro de los mismo. El precio para Marruecos era la desesperación de los prisioneros y sus familias, pero ese era un precio fácil de pagar en una tiranía como la marroquí. Sin embargo, desde el momento en el que el Frente Polisario aceptó las inspecciones del CICR, las circunstancias cambiaron para ponerse totalmente a favor de Marruecos. Los prisioneros pasaban a tener los derechos reconocidos en los convenios de Ginebra porque el Polisario unilateralmente se los daba ¡sin que la RASD tuviera que ser reconocida como Estado miembro de esos convenios! Para Marruecos era una jugada maestra.

Los últimos acontecimientos se explican desde esa lógica. El lobby pro-marroquí del Parlamento Europeo ha conseguido que se emita un "pasaporte para la libertad" para el capitán del ejército marroquí Mimuni Zeggai, prisionero del Frente Polisario desde hace 27 años. El argumento principal es que estos prisioneros se hallan detenidos en "flagrante violación" del artículo 118 del tercer convenio de Ginebra, de 12 de agosto de 1949, relativo al trato debido a los prisioneros de guerra. En efecto, este artículo prescribe que: "Los prisioneros de guerra serán liberados y repatriados, sin demora, tras haber finalizado las hostilidades activas". Las hostilidades activas, que no la guerra, concluyeron en septiembre de 1991. Luego, aparentemente, Marruecos tendría razón... si no fuera por el "pequeño" detalle de que Marruecos quiere aplicar el convenio de Ginebra a un Estado, la RASD, que no es parte en el mismo porque no lo ha ratificado. No valdría argumentar que Argelia sí ha ratificado ese convenio porque la guerra no fue con Argelia ni los prisioneros están en poder de Argelia (aunque puedan estar en territorio argelino, bien que cedido provisionalmente a la RASD).

¿Cuál debiera ser el desenlace de esta historia? En este momento las únicas obligaciones contraídas internacionalmente por el Frente Polisario en relación con los prisioneros son las contenidas en el Plan de Paz. Si Marruecos no quiere que se celebre el referéndum de autodeterminación previsto en el Plan de Paz, Marruecos está queriendo que los prisioneros sigan sin libertad. Ese era el pacto, y si Marruecos no cumple su parte el Frente Polisario no tiene por qué cumplir la suya. Cuestión distinta es que el Frente Polisario o la RASD tuvieran que liberar a los prisioneros en virtud de otra obligación internacional. Si la RASD ratificara los convenios de Ginebra, Marruecos podría exigir automáticamente la repatriación de los mismos. El que haya asumido unilateralmente algunas obligaciones derivadas de esos convenios no le obliga a asumir todas mientras no ratifique esos tratados.

Hasta que llegue ese momento, pedir a la RASD que cumpla un convenio que no ha firmado es puro cinismo.

06.05.03

>> ver tambien:

El drama de los prisioneros marroquíes utilizado como medio de presión, Martine de Froberville


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