Tras la victoria independentista en el referéndum de Timor Oriental auspiciado por la ONU, muchas miradas y reflexiones se concentran ahora en el territorio del Sáhara Occidental, ocupado por Marruecos desde 1975, el mismo año en que Indonesia se anexionó la antigua colonia portuguesa. Los saharauis, con peor suerte de momento que los timorenses, siguen a la espera de la consulta popular sobre su autodeterminación, que en los últimos años ha venido posponiéndose ante la falta de acuerdo entre el Frente Polisario y Rabat sobre el censo de los posibles votantes.
Más de veinte años de ocupación del territorio no han servido a Marruecos para asegurarse la derrota de las tesis independentista en un referéndum; si tuviera la certeza de su triunfo, ya habría aceptado la celebración de la consulta. Sus inversiones a manos llenas en El Aaiún y otras ciudades del Sáhara, tras la salida de las tropas españolas, no han sido suficientes para extinguir el sentimiento independentista, anidado no sólo entre los refugiados de Tinduf, sino también en una parte significativa de los residentes en el suelo bajo "administración" marroquí. Aunque su generosidad no ha sido altruista ni consecuencia de una súbita sensibilidad social, hay que reconocer a Marruecos un esfuerzo económico extraordinario en el Sáhara, especialmente en los núcleos urbanos, donde el progreso ha sido notable en materia de infraestructuras, con la construcción de parques, viviendas, escuelas, hoteles, hospitales, además de ofrecer incentivos fiscales a los instalados en el territorio. El plan inversor diseñado por el Gobierno de Rabat no tenía otro objetivo más prioritario que ganar la voluntad de la población autóctona para un futuro referéndum, en estos momentos previsto para el año próximo, después de aplazarse por enésima vez.
La consulta pendiente es, quizá, el desafío más complicado que el astuto Hassan II ha legado a su hijo, Mohamed VI. El reto se habrá convertido en más inquietante para el joven monarca marroquí, una vez conocida la abrumadora victoria de los independentistas en Timor Oriental... aunque la geografía, la historia y la realidad socioeconómica de esta antigua colonia portuguesa registren matices diferenciadores.
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