LOS PROCESOS DE AUTODETERMINACIÓN

DE

LOS PUEBLOS COLONIALES

 

UNIVERSITAT DE BARCELONA
18 de julio de 1997

 

PONENCIA

DEL

SR. Bachir Mustafa Sayed

Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de la

República Árabe Saharaui Democrática

 

Buenos días a todos:

Quisiera en primer lugar, expresar mis sinceros agradecimientos a las autoridades y profesores de la prestigiosa Universidad de Barcelona, no sólo por acordarse de incluir la causa saharaui en sus trabajos sobre "el proceso de descolonización de los pueblos coloniales" que es justamente el marco en el que se debe incluir, sino también por la gentileza de habernos hecho extensiva una invitación para participar en estas importantes jornadas dedicadas a uno de los períodos históricos que más han marcado el quehacer internacional a lo largo de casi todo el siglo XX.

Es un honor para mí, y para la causa que represento, tener el privilegio de dirigirme a tan selecto auditorio para poder aportar a sus conocimientos algunos elementos de información que espero, contribuyan al enriquecimiento del bagaje de conocimientos sobre uno de los conflictos de descolonización que más se han prolongado en el tiempo. A todos ustedes gracias por su interés.

Como todos saben, el Sahara Occidental, colonia española desde que en 1884 Emilio Bonelli ocupaba la península de Río de Oro, hoy Dajla, siempre ha sido considerada por las Naciones Unidas como un territorio no autónomo, y como tal, el organismo internacional no ha cesado, desde 1964, de solicitar la descolonización del mismo conforme a la doctrina en vigor, doctrina a la que en teoría todos los Estados miembros de la ONU están obligados a respetar. Desde 1963 el problema del Sahara Occidental figura en la lista de los territorios a los que debe ser aplicada la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, Declaración, que como saben fue consagrada por la Resolución 1514 (XV) del 14 de diciembre de 1960.

España, de conformidad con sus obligaciones derivadas de la doctrina onusiana, se disponía a iniciar la descolonización como consta en el mensaje dirigido por el gobierno español al Secretario General de la ONU " el gobierno español celebrará un referéndum dentro de los seis primeros meses de 1975, en la fecha que se fijará con la debida antelación. Adoptará las medidas necesarias para que los habitantes autóctonos del territorio ejerzan su derecho a la libre determinación conforme a la resolución 3162 (XXVIII) del 14 de diciembre de 1973".

Todo parecía indicar que el proceso de descolonización del territorio era ya inminente y que por fin los saharauis accederían , como el resto de los pueblos coloniales del continente, a su independencia .

Ante la irreversibilidad que fue ratificada por el veredicto del Tribunal Internacional de Justicia que se hizo público el 16 de octubre de 1975 y donde quedó demostrada la inconsistencia de las tesis reivindicativas tanto de Marruecos como de Mauritania, el reino marroquí, en boca de su monarca, sin empacho alguno, anuncia a bombo y platillo que el Tribunal Internacional de Justicia había reconocido la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental desatando así la invasión militar del territorio, tras la cortina de humo de lo que dio en llamar "marcha verde".

Se inicia así lo que posteriormente se convertiría en uno de los conflictos de descolonización más largos en los anales del continente africano y con el drama en que desde entonces vive sumido el pueblo saharaui y la inestabilidad que la guerra ha sembrado para todo el noroeste africano.

Han transcurrido ya más de dos décadas de aquellos desdichados momentos y posiblemente para muchos las raíces del conflicto se hayan ensombrecido por el flujo de acontecimientos que desde entonces se han sucedido y sobre todo por el enorme despliegue de la maquinaria propagandística marroquí para desvirtuar la naturaleza colonial del conflicto. Por ello creo que se impone hacer una visión retrospectiva de las circunstancias que motivaron la agresión y posterior ocupación marroquí del territorio saharaui; y como la guerra del Sahara se inscribe en la misma lógica de un régimen que siempre ha basado su supervivencia en la vieja estratagema de crear conflictos externos para desviar la atención de su opinión interna de la cruda y acuciante realidad que vive el país, convirtiendo el artilugio de las reivindicaciones territoriales en la constante piedra de toque de su política exterior sobre el altar de la cual deben ser sacrificadas todas las legítimas ansias del pueblo marroquí a las necesarias transformaciones internas.

Primero fueron las reivindicaciones del territorio mauritano, que cobraron una auge particular cuando se declaró la independencia de Mauritania en 1960, han tenido que transcurrir diez largos años para que Marruecos reconozca el nuevo Estado mauritano. Posteriormente fue una Argelia inmersa aún en restañar sus profundas heridas, tras siete largos años de lucha contra el colonialismo francés que devastaron el país. Sólo que esta vez, las autoridades marroquíes no se limitaron solamente a poner el grito en el aire en las instancias internacionales, sino que llevaron a cabo, en un gesto de alevosía sin precedentes, una invasión militar en toda regla del sudoeste argelino, lo que es hoy la región de Bechar, rica en minerales, en la tristemente famosa "guerra de arenas", en 1963, y para cuya solución ha tenido que intervenir la recién creada organización continental, la OUA.

Desde entonces, y agotados los pretextos externos, Marruecos tuvo que hacer frente a un descontento interno cada vez más creciente de una sociedad que vivía inmersa en la pobreza y privada de las transformaciones más elementales necesarias para promover un porvenir más prometedor. Es el período de la radicalización de las fuerzas nacionales que habían luchado por la independencia del país y que han visto frustradas sus aspiraciones de mejorar las condiciones de vida del pueblo marroquí.

Se inicia así la espiral de manifestaciones y revueltas en todo el país y las consecuentes y violentas represiones ejercidas tanto por las fuerzas auxiliares como por las Unidades de las FAR dirigidas por el propio Ministro del Interior y de Defensa en la época, el general Oufkir. La inestabilidad se adueñó de todo el reino y la brutal represión no ha logrado poner fin a los aclamos del pueblo marroquí.

Hastiado de anegar en sangre toda manifestación de protesta, el ejército marroquí ya no estaba dispuesto a seguir haciendo de verdugo contra su propia población quien indefensa y pacíficamente reclama sus derechos a una vida digna y de mayor libertad, se suma al espíritu de revuelta ya generalizado. Es la época de los dos intentos militares de golpe de Estado en los que el rey salva milagrosamente la vida. Ahora se trataba de la conspiración del que hasta entonces fuera su alter ego: Ufkir quien dirigía los atentados. Hassan II ya no tenía en quien confiar. Habría que desempolvar de nuevo las viejas tesis expansionistas logrando así hacer de la reivindicación, ahora del Sahara Occidental bajo administración española, el Deus Ex Machina para alejar y mantener ocupado el ejército fuera de los centros de poder. Las fuerzas auxiliares se harán cargo de someter la situación interna. Desde entonces se desata ya la campaña anexionista a nivel diplomático y sobre el terreno se inician los preparativos militares en espera de la ocasión propicia.

Las vicisitudes que sucedieron al dictamen del Tribunal, la evolución posterior de la situación española a raíz del súbito decaimiento de la salud de Franco y la incertidumbre que generaría la desaparición del Caudillo español tras más de cuarenta años de dictadura, y en fin, el contexto que favoreció la firma de los llamados Acuerdos de Madrid de noviembre de 1975, creo son hechos harto conocidos por todos para tener que referirme a ellos.

La violación por el Reino de Marruecos de este principio fundamental del derecho internacional y la misma Carta de las Naciones Unidas con su invasión y posterior ocupación del territorio a finales de 1975 fue sólo el inicio de lo que posteriormente se convertiría en la sistemática violación de los más elementales derechos, no sólo civiles y políticos de la población saharaui, tanto de los territorios ocupados, como la población que tuvo que arrostrar con las severidades e inclemencias del exilio, sino también a la propia integridad física de miles de civiles saharauis que fueron víctimas de la "desaparición" en manos de los servicios de seguridad marroquíes. Todo el territorio ocupado se convirtió en un coto cerrado donde los dispositivos militares y policiales sometieron con toda brutalidad a toda una población indefensa y sin ninguna posibilidad de comunicación con el exterior. Las detenciones arbitrarias, las torturas sistemáticas, los allanamientos de domicilios, las ejecuciones sumarias se han convertido en una práctica común contra la que no había protección. Los recursos naturales del territorio, incluso aquellos que no son renovables, empezaron a ser esquilmados con una rapidez frenética y con total impunidad.

Como bien sabéis, la impunidad constituye la mejor forma de alentar la perseverancia en la violación de las leyes y, Marruecos continuó mostrando un absoluto desprecio no sólo por la normatividad interna, sino también por los Pactos y Acuerdos internacionales sobre los derechos humanos a la mayoría de los cuales, paradójicamente Marruecos se suscribió.

Que Hassan II y su régimen no muestren ninguna deferencia ni por la normatividad interna ni por la internacional constituye, para todos los que conocen la naturaleza del régimen, un secreto a voces. Pero lo que no tiene, ni puede tener una justificación aceptable es el silencio, cuando no la connivencia, de muchos países de cierto peso en el concierto de la comunidad internacional. Muchos de éstos se han mostrado sin embargo muy recelosos y prestos a una rápida indignación ante las violaciones de los derechos humanos en otras áreas del mundo. No es preciso recordarles que las mismas razones que motivaron la más impresionante alianza militar internacional después de la Segunda Guerra Mundial para expulsar a Irak del territorio Kuwait y restaurar los derechos del pueblo de aquel país árabe están vigentes en el Sahara Occidental desde hace ya dos décadas. Decididamente, el uso de dos raseros en la aplicación del derecho internacional no es el modo más adecuado para preservar la credibilidad y respetabilidad de ese derecho

Cuando Marruecos aceptó las Propuestas de arreglo para la celebración de un referéndum de autodeterminación en el territorio bajo supervisión internacional, los saharauis, como conocedores de los malabarismos del rey de Marruecos, acogimos con escepticismo la autenticidad de la voluntad marroquí de aceptar y asumir las consecuencias de una solución pacífica, solución a la que, como se recuerda, se opuso rotundamente en 1974, mediante una consulta refrendaria que reúna las garantías internacionales de transparencia, libertad y regularidad. Sin embargo, debo reconocerlo, nosotros sobrevaloramos la capacidad de la comunidad internacional representada por las Naciones Unidas, de imponer a las partes el riguroso respeto de las estipulaciones del plan de paz que este mismo organismo elaboró en sus detalles más nimios, y cuya piedra angular, el censo español de 1974, como base para determinar el cuerpo electoral llamado a pronunciarse durante la consulta.

La verdadera voluntad de Marruecos no tardó en manifestarse cuando los efectivos de la MINURSO empezaron a llegar al territorio para dar inicio de la aplicación del plan de paz. Marruecos no sólo faltó a sus compromisos de colaborar con la Misión de la ONU, sino que, y desde los primeros momentos, empezó a exigir, como condición sine-qua non para que se celebre el referéndum, la inclusión en las listas electorales a decenas de miles de sus súbditos cuya transferencia al territorio, en flagrante violación de los contenidos del plan de paz, fue lo que indujo a la dimisión del Representante Especial de las Naciones Unidas, el Suizo Johannes Manz. El Sr. Manz no tuvo reparos en calificar esta masiva transferencia de colonos como la "segunda Marcha Verde". Desde entonces y no sin una notoria complicidad de las Naciones Unidas, Marruecos se hizo dueño y señor de la situación suplantando a las Naciones Unidas, que conforme al plan de arreglo debería ser "la única y exclusiva autoridad en el territorio durante la preparación y celebración del referéndum".

Tanto el Secretario General, como el Consejo de Seguridad de la ONU ante el asombro de todos, se abstuvieron de tomar ninguna decisión que pusiera término a las tropelías marroquíes. Más grave aún, a tan sólo varios días de culminar su mandato como Secretario General de la ONU, el Sr. Pérez de Cuéllar propone al Consejo de Seguridad la aprobación de nuevos criterios para la determinación del cuerpo electoral sin que para ello haya consultado en lo más mínimo a la parte saharaui, cuando la regla que prevaleció durante toda la elaboración del plan impone que se recabe el apoyo de las dos partes en toda propuesta que se haga al plan de arreglo. El conciliábulo Marruecos-ONU era ya más que evidente. Se trataba de la subversión total de la clave básica del plan de paz. Desde entonces se desató lo que se dio a conocer como la guerra de los criterios, que lejos de facilitar la ejecución del plan, se convirtió en el principal obstáculo a toda progresión del mismo.

Es evidente para Marruecos, que un cuerpo electoral compuesto por las mismas personas que durante más de una década y media pusieron en jaque con las armas en la mano a las fuerzas marroquíes durante la guerra, no iban a votar por la integración. Esto es lo que explica la obstinación de las autoridades marroquíes por incluir en las listas electorales decenas de miles de sus súbditos (más del 250% del cuerpo electoral inicialmente llamado a participar en las votaciones) y lograr así la anexión del territorio con el "aval" de la comunidad internacional. No me parece pertinente insistir sobre la disparatada pretensión marroquí de suplantar al electorado saharaui y substituirlo por un cuerpo electoral importado y que reacciona con instinto pavloviano a las exigencias de sus autoridades. Marruecos es maestro en este género teatral y para él ésta es la única forma de ganarse el veredicto de las urnas.

El Frente POLISARIO, por su parte nunca aceptó los criterios propuestos, in extremis, por el Sr. Pérez de Cuéllar por considerar que los mismos se ajustan exactamente a las exigencias marroquíes, y porque está claramente establecido que el marco de aplicación del derecho de un pueblo a su autodeterminación está intrínsecamente ligado a la integridad territorial de las fronteras delimitadas por el poder colonial, y cuya expresión más clara es el uti possidetis. No en vano el uti possidetis constituye la piedra angular de la Carta de la OUA (artículo 3), donde está imperativamente establecida la necesidad de respetar las fronteras heredadas del período colonial. Se pueden imaginar el Malstrom que se armaría en todo el continente si ese principio básico fuera vulnerado.

Sin embargo, como muestra de buena voluntad adicional aceptamos lo que hizo llamar el "compromiso" de Butros Gali relativo a la interpretación y aplicación de los criterios de elegibilidad logrando así dar inicio a la operación de identificación de los futuros votantes en 1994. Tampoco nos opusimos a la aceptación de toda solicitud para la inscripción en las listas electorales que esté presentada en buena y debida forma como así lo manifestó el Secretario General de la ONU en su informe del 24 de noviembre de 1995. Pero el cúmulo de concesiones que los saharauis han hecho, animados por una sincera voluntad de facilitar a las Naciones Unidas el cumplimiento cabal de la misión, han sido inútiles hasta ahora.

La comisión de identificación logró la inscripción, durante el período que va desde agosto de 1994 hasta mayo de 1996 de 60.112 demandas. Hasta hoy seguimos sin saber cuantas de éstas fueron aceptadas y cuantas rechazadas. Se desconoce igualmente la decisión que tomó la comisión de identificación en los casos a ella sometidos y en los que no hubo acuerdo de los dos chiujs. En fin, toda la labor de la comisión de identificación sigue rodeada de una falta total de transparencia que de ningún modo favorece la credibilidad de sus trabajos y, en consecuencia sigue sin disipar nuestra desconfianza. Existen asimismo fundadas razones para cuestionar las amplias atribuciones asignadas al cuerpo jurídico de revisión a cuyos trabajos no pueden asistir ni los observadores de las partes, ni los de la OUA que supuestamente deben asistir y supervisar todos los trabajos de la comisión. El 25 de octubre de 1995 el Sr. Butros Gali declaró que la compilación de las listas de votantes no era más que medio para suscitar las negociaciones entre las partes. El comentario por si sólo desvela el interés que las autoridades de la ONU otorgaban a la identificación.

El Frente POLISARIO hizo participar al enviado especial del Secretario General, el Sr. Embajador Chinmaya Garekhan, en 1996, sus preocupaciones acerca de la confusión e incertidumbre que caracterizaban los trabajos de la comisión de identificación, preocupaciones que fueron compartidas por el enviado especial y que posteriormente se reflejaron en el informe del Secretario General tras la visita de su emisario a la zona. En dicho informe se podía leer:

"... Se concluyó que ésta (la transparencia) podría contribuir a reducir la desconfianza y las sospechas, y ayudar a introducir mayor confianza en el proceso. Para este fin, se acordó que la comisión estableciera los arreglos pertinentes que permitan hacer llegar a las dos partes, de manera convincente, las listas de los solicitantes identificados hasta hoy y que hayan reunido las condiciones exigidas para votar, así como las listas de los demandantes que siguen sin identificar."

De nuevo Marruecos rechazó rotundamente aceptar la aplicación de estas medidas, y las Naciones Unidas, en lugar de imponer la aplicación de sus propias decisiones, opta por anular el proceso de identificación en mayo de 1996.

A estas alturas creo que ya no es un misterio para nadie que Marruecos lo que quiere no es la culminación de un proceso de descolonización respetando las normas del derecho internacional en la materia, sino convertir el plan de paz en lecho de Procusto ajustado a sus exigencias de confirmar el hecho consumado de su ocupación colonial del territorio. Todo esta alharaca en torno a los trabajos de la comisión de identificación no es más que una operación de diversionismo con la que Marruecos quiere seguir ganando tiempo.

Tengo la plena convicción de que el conflicto del Sahara Occidental y sus derivaciones jurídicas desde el punto de vista del derecho internacional, aspectos que nosotros, absorbidos por la dramática situación generada por la guerra no hemos podido hasta tal momento atender y explotar debidamente, constituye un reto para todos los juristas que, como todos ustedes, muestran sincera preocupación por la deriva y desprestigio que en cuestiones como la del Sahara Occidental está sufriendo el derecho internacional. No hace falta señalarles que Marruecos firmó sendos acuerdos con terceros países para la explotación de los recursos naturales de un territorio que aún no ha gozado de su derecho a la autodeterminación, derecho del que se deriva otro principio, también fundamental del derecho internacional moderno, la soberanía permanente de las naciones sobre sus recursos y riquezas naturales, principio cuya violación suscitó interesantes debates en el Tribunal Internacional de Justicia, como lo fue el contencioso entre Portugal y Australia en junio de 1995.

Para no prolongar mi intervención en detrimento de vuestros trabajos, que seguramente serán de suma utilidad, quisiera únicamente comunicarles que adjunto a esta alocución un documento ( parte en francés y otra en ingles ) que, espero sea de utilidad práctica para contribuir a determinar, sin ambages, las verdaderas responsabilidades en el estancamiento actual del plan de paz en el Sahara Occidental.

Es bien sabido por todos que de los diferentes aspectos del plan de paz únicamente dos de éstos se encuentran actualmente en vigor: - el cese al fuego, que en realidad se asemeja más a una tregua unilateral que a un acuerdo que tiene en cuenta los intereses de las dos partes en igualdad de condiciones y al que ambas partes estén obligadas a observar; - la identificación de los futuros votantes, y éste es un proceso que se ha visto interrumpido por la concurrencia de dos factores :

1.- La obstinación de la parte Marroquí en condicionar su colaboración a facilitar la preparación del referéndum a que se le garantice de antemano un resultado favorable. Similar chantaje pretende convertir el referéndum en un simple plebiscito que avale la ocupación del Sahara Occidental invirtiendo así el papel de las Naciones Unidas de organizadora del referéndum y garante de su honestidad en cómplice de la falsificación y partícipe de la injusticia y la confabulación contra el derecho.

2.- La impotencia de las Naciones Unidas para la aplicación de su plan y su permisibilidad con las políticas tendentes a sabotear el proceso y someter la Minurso.

 

LA EVOLUCIÓN DE LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS Y EL ESTADO ACTUAL DE LAS NEGOCIACIONES.

Aporte del tandem Kofi Annan - James Baker.

En su primer informe al Consejo de Seguridad del 27 de febrero de 1997, el Secretario General de la ONU se refirió a tres preguntas que esquematizan dos opciones :

1.- Las posibilidades de aplicar el plan de arreglo con o sin modificaciones;

2.- El inicio de otras vías alternativas con el acuerdo de las partes.

A la luz de estas sugerencias el señor James Baker llevó a cabo una visita sobre el terreno del 22 al 24 de abril de 1997 para proceder a una evaluación directa de la situación. Posteriormente recibió mayores precisiones y clarificaciones por parte del Frente Polisario y de Marruecos en lo que respecta a las posibilidades de aplicación del plan de paz y para remontar los obstáculos que interceden en su aplicación.

La reconstitución posterior de la concatenación de los acontecimientos permite ahora conocer más sobre ciertas conclusiones que el señor Baker habría sustraído a la luz de las impresiones de su visita a la región y de la lectura que el mismo se hizo de las respuestas de las dos partes:

a) Sin negociación directa entre los saharauis y los marroquíes bajo los auspicios de las Naciones Unidas, no sería posible avanzar ni de evaluar las posibilidades de una solución pacífica negociada.

b) La asociación de los dos países observadores, Argelia y Mauritania, es necesaria para implicar a todos y permitir así a los mismos la posibilidad de defender sus intereses.

c) La necesidad para las Naciones Unidas, para facilitar mejor el desbloqueo, de apresurar la llegada a un compromiso pero también para recordar su apego a su propia obra - el Plan de Paz - y para la defensa de sus resoluciones, de arrogarse la prerrogativa de hacer sugerencias y proposiciones cada vez que ello sea preciso.

d) La importancia acordada a la solución de todos los problemas existentes en la aplicación del plan, tanto los existentes actualmente como aquéllos que puedan surgir en el futuro, antes de proceder a la aplicación del mismo. Esta actitud constituye en si una ruptura con la línea seguida por sus predecesores que consistía en escurrirse por cualquier salida visible aún al precio de desandar lo recorrido posteriormente.

La máxima de Baker sería entonces "Nada será decidido hasta que el todo lo esté". Así, en lugar de consumirse en visitas a la región con el riesgo que comportaría contradecir su mensaje de que "Baker es la mejor ocasión a la que hay que adherirse inmediatamente", el enviado especial convocó el encuentro en Londres.

De no haber sido por la indecisión y las tergiversaciones de la delegación marroquí, el señor Baker hubiera recreado otro "Dayton" en Londres.

De todos modos los encuentros en Londres permitieron, sin duda alguna, el entrojamiento de importantes resultados:

1.- La aceptación por todas las partes de participar en el encuentro de Londres a nivel ministerial (Asuntos Exteriores);

2.- El acuerdo de las partes de iniciar negociaciones directas bajo la égida de las Naciones Unidas;

3.- El acuerdo sobre la agenda de la siguiente etapa:

Las fechas, 23 y 24 de junio de 1997, el lugar, Lisboa, y el orden del día, la aplicación del plan de paz y únicamente del plan de paz, y otras modalidades.

4.- La discusión de algunos aspectos del plan, particularmente la identificación de los votantes, el repatriamiento de los refugiados, el acantonamiento de las tropas, el código de conducta y la campaña referendaria. La variedad del orden del día, la importancia de los puntos discutidos y la presión del tiempo han hecho que sea preciso esperar los encuentros de Lisboa para zanjar.

 

LISBOA:

El reencuentro del buen camino del arreglo pacífico: el diálogo directo en presencia de testigos y la valentía de reconciliar la apariencia pública con el hecho privado.

Se ha disipado la cortina de humo tras la que las más altas autoridades marroquíes dialogaban con los saharauis y con ella desapareció toda una etapa de timidez y de falta de seguridad.

Lógicamente los marroquíes no pierden nada con sentarse en la misma mesa con los saharauis. Estos últimos persiguen algo más allá de la victoria sobre el olvido y la marginalización.

El telón de fondo de las batallas presentes y venideras, siempre en torno a la mesa de negociaciones y en las cuales las pequeñas y medianas municiones consistirán en proposiciones y contraposiciones, lo constituye el enfrentamiento en África y más allá del continente y cuyos objetivos serán los logros diplomáticos de la República Saharaui. Para ambas partes el envite es fundamental.

Para los marroquíes, la acreditación de su tesis sobre la autonomía, en otra palabra la suave rendición maquillada de los saharauis, pasa por deshacer al Estado Saharaui de sus relaciones diplomáticas.

Para los saharauis, un perjuicio, más allá de lo tolerable, a su única baza en estas negociaciones es una declaración de guerra.

PERSPECTIVAS:

Las negociaciones que continuarán con toda probabilidad hasta finales del mes próximo, incluso pueden prolongarse hasta el mes de septiembre, permitirán hacer un juicio sobre el plan de arreglo (su aplicabilidad o no con todas las modificaciones sobre las cuales previamente las partes puedan ponerse de acuerdo), y eventualmente la entrada en discusión de otros enfoques alternativos. Como es lógico, cada parte espera sacar dividendos de las negociaciones: Marruecos busca ganar tiempo arrastrando así a los saharauis a seguir respetando la tregua del cese al fuego.

Los saharauis esperan seguir conteniendo la impaciencia cada vez mayor y a preservar el límite tolerable en el desequilibrio diplomático con la potencia de ocupación.

Todo suceso en el frente interior de cada parte y toda evolución en la lucha de influencia que se libra entre los americanos y los franceses en África, es seguida con toda atención e interés y es analizada con toda seriedad necesaria. Todo ello en espera de mejores momentos.

Hasta entonces, el tiempo transcurrido desde las discusiones en Rabat (del 4 al 6 de septiembre de 1996) y la distancia recorrida hasta llegar a Lisboa (del 23 al 24 de junio de 1997) han sugerido a la parte marroquí dar un paso adelante en dirección a los saharauis: Reconocer que el conflicto que opone el Sahara Occidental a Marruecos encierra tres dimensiones que merecen ser tratadas con el mismo cuidado, la misma seriedad y la misma generosidad:

En otros términos las relaciones inter-magrebíes con el Sahara Occidental como componente y miembro entero.

El hecho de que las negociaciones directas entre el Sahara Occidental y Marruecos se lleven a cabo bajo los auspicios de las Naciones Unidas y con la participación de Argelia y de Mauritania constituye el inicio de la construcción de un puente de acercamiento para suplir la confrontación por la cooperación.

Muchas Gracias por la atención.


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