International conference on multilateralism and international law,
with Western Sahara as a case study

4 and 5 December 2008
Pretoria, South Africa




Profesor Stephen Zunes
University of San Francisco


AUTODETERMINACION, DESCOLONIZACION Y DERECHOS HUMANOS CON RESPECTO AL SAHARA OCCIDENTAL

[Traduccion (no oficial y a la espera de su revisión) por Lih Beiruk del original inglés : Self-determination, decolonisation and human rights with reference to the Western Sahara, by Professor Stephen Zunes, University of San Francisco]

Durante los años 80, cuando fui activo en el movimiento  internacional contra el apartheid, no solo esperaba el día en que el pueblo de Sudáfrica sea libre sino que también esperaba  el liderazgo de principio que ofrecerá Sudáfrica libre a la comunidad internacional. Nada ilustra mejor estos deseos que los esfuerzos que consagra Sudáfrica por el respeto del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Es Sudáfrica, mas que ningún otro país en los últimos años quien evito que Marruecos y a sus aliados logren convencer a las Naciones unidas en sus esfuerzos por legitimar su anexión ilegal de su vecino del sur. Fue Sudáfrica, mas que ningún otro país en los últimos años, quien recordó a la comunidad internacional que no se trata de una “simple disputa territorial”, sino de un caso inconcluso de descolonización.

Mientras que Argelia tuvo también un impresionante liderazgo en este asunto- desde los años 74-  sus esfuerzos han sido a menudo interpretados por algunos como motivados principalmente por sus propios intereses geoestratégicos. Dichas alegaciones no pueden ser aplicadas a Sudáfrica, la cual sin embargo, ha tomado parte oportunamente y de manera desinteresada en este conflicto.

Recuerdo que cuando visite los campamentos de refugiados y a las áreas colindantes en el sur de Argelia y en las zonas liberadas del Sahara Occidental, a finales de 1987, cuando la guerra aun hacia estragos. En un lugar, visite una exposición de armas capturadas por el Frente POLISARIO,  incluidos algunas tanquetas blindadas. Todo lo que pude hacer fue tomar nota de las inscripciones en Afrikánder, una clara evidencia de que el régimen del Apartheid de Sudáfrica armaba al ejército marroquí en su conquista del Sahara. No es de sorprender que un gobierno que no permitió la autodeterminación de su propio pueblo se abstenga de ayudar a otro país que priva a otro pueblo de ese mismo derecho a la autodeterminación.

Igualmente, no debe sorprender que un gobierno que logro emerger de semejantes dificultades tras la lucha por su liberación se convierta en aliado de otro pueblo que sigue luchando por su propia libertad. Es quizás irónico que Sudáfrica, un país que fue condenado  al ostracismo por las Naciones unidas durante los años del apartheid por abstenerse de respetar los principios de las Naciones unidas relativos a la autodeterminación  durante  su ocupación de Namibia- que esa misma nación recuerde hoy a las Naciones unidas su obligación de defender esos importantes principios relativos al Sahara occidental.

Como resultado del fracaso de Marruecos en lograr que el referéndum avance y de la habilidad de Francia y de los Estados unidos en lograr privar al Consejo de seguridad de imponer sus resoluciones en el momento en que cooperan con el proceso, la administración Clinton logro convencer al Secretario general de la ONU Kofi Annan y a su Enviado Especial James Baker para lleven a cabo los esfuerzos necesarios para lograr que se celebre el referéndum como originalmente lo acordó las Naciones unidas diez años antes y  además aceptar las exigencias marroquíes de que los colonos marroquíes sean autorizados a votar sobre el destino del territorio junto con los saharauis. Esa proposición fue incorporada en el primer plan Baker presentado en el 2001, el cual hubiera hecho que se celebre el referéndum bajo la administración marroquí tras cuatro o cinco años de una muy limitada autonomía sin garantías de que la opción de la independencia formaría parte de las opciones. Ese primer plan Baker recibió el apoyo entusiasta de la recién llegada administración Bush, la cual llego al poder en parte gracias al rol que jugo Baker como consejero jefe del Partido Republicano durante la disputa del voto del Estado de Florida en noviembre anterior, llevando algunos analistas a señalar que hubiera sido apropiado que el propusiera un plan  que pudiera efectivamente dar legitimidad a unas elecciones trucadas. La mayor parte de la comunidad internacional rechazo vivamente la proposición,  sin embargo, mientras pueda de manera efectiva abrogar las resoluciones previas de las Naciones unidas que garantizan el derecho a la autodeterminación con la opción de la independencia y hubiera llevado a una acción sin precedentes de la parte de las Naciones unidas situando el destino de un Territorio No Autónomo en las manos de un poder colonial ocupante.

Como resultado, Baker propuso un segundo plan que, como en su plan precedente, tanto los saharauis como los colonos marroquíes estarían en condiciones de votar en el referéndum, pero la consulta tendría lugar solamente cuando el Sahara Occidental haya experimentado ya una significativa autonomía durante cuatro o cinco años antes de celebrarse el voto , la independencia seria una opción en el voto, las Naciones unidas se harían cargo de supervisar el voto y les corresponde garantizar que tanto los que vayan a votar por la integración como los que lo hagan por la independencia estén libres de hacer sus campañas libres. El Consejo de seguridad aprobó el segundo plan Baker en el verano de 2003.

Bajo enormes presiones, Argelia y eventualmente el Frente POLISARIO aceptaron a regañadientes el nuevo plan, sin embargo Marruecos- renuente a aceptar que el territorio goce de un breve periodo de autonomía y a sabiendas de que arriesga perder la consulta- rechazo dicho plan. Una vez mas, los Estados unidos y Francia presionaron para que las Naciones unidas para que no obliguen a Marruecos a respetar el cumplimiento de sus obligaciones con respecto del derecho internacional.

En lo que fue ampliamente interpretado como una gratificación a Marruecos por su intransigencia, la administración Bush seguidamente designo a Marruecos como “El mejor aliado fuera de la OTAN” en junio de 2004, un codiciado status del que únicamente gozan quince países clave, como Japón, Israel y Australia. Al mes siguiente, el Senado americano ratifico un acuerdo de libre comercio con Marruecos con un margen de 85 votos a favor y 13 contra, haciendo así de Marruecos uno de los únicamente media docena de países fuera del hemisferio occidental que gozan de tan estrechas   relaciones económicas con los Estados Unidos, si bien – en un significativo precedente- el Congreso insistió en que dicho acuerdo no incluye los productos procedentes del Sahara Occidental.

La ayuda americana a Marruecos aumento en cinco desde que la administración Bush asumió el poder, ostensiblemente como un obsequio para el reino por llevar a cabo una serie de reformas económicas liberales y para ayudar al gobierno marroquí a “combatir el terrorismo”. Si bien hubo algunas  medidas política liberales en todo Marruecos desde la llegada del joven monarca, quien sucedió al trono tras la muerte de su padre en 1999, amplias y sistemáticas violaciones de los derechos humanos en el Sahara Occidental ocupado y en el sur de Marruecos siguen sin disminuir, con  manifestaciones publicas de aspiraciones nacionalistas y protestas organizadas contra la ocupación y contra las violaciones de los derechos humanos comúnmente sancionadas con severa represión.

Los saharauis lucharon por sus derechos nacionales primeramente con los medios legales y diplomáticos, no hicieron recurso a la violencia.  A diferencia de los  otros pueblos que luchan igualmente por su liberación nacional, los saharauis no han cometido nunca actos terroristas. Incluso durante su lucha armada contra la ocupación, la cual termino hace quince años, las fuerzas del POLISARIO limitaban sus ataques exclusivamente a las fuerzas armadas marroquíes, nunca contra civiles.

La no resolución del conflicto del Sahara Occidental tiene importantes implicaciones regionales. La misma a instigado a una carrera armamentista entre Marruecos y Argelia, y en muchas ocasiones en las pasadas tres décadas, ha llevado a dichos países al borde de la guerra. Posiblemente  más significativo es el hecho de que el conflicto se ha convertido en el único obstáculo para lograr una total integración regional de los países del Magreb- Marruecos, Argelia, Libia y Mauritania- para conseguir la integración económica y otras iniciativas que hubiesen subido el nivel de vida y lograda la estabilidad política en la región. La falta de unidad y de una coordinación  estrecha entre estas naciones y sus enclenques economías han contribuido a la dramática resurgencia de la inmigración ilegal hacia Europa y al ascenso del movimiento islamista radical

Durante las pasadas tres décadas, la Republica Árabe Saharaui Democrática había sido reconocida, como Estado independiente, por mas de ochenta países, con Kenia y Sudáfrica que fueron las ultimas en establecer con ella amplias relaciones diplomáticas. La RASD se había convertido en miembro de plenos derechos de la Unión Africana (antigua OUA) desde 1984 y la mayor parte de la comunidad internacional reconoce que el Sahara Occidental constituye la última colonia en África. Por el contrario,  con escasas excepciones, los Países Árabes- pese  a su franca oposición a la ocupación israelí de Palestina y los territorios sirios- han apoyado la ocupación marroquí del Sahara Occidental.

Con el rechazo marroquí del segundo Plan Baker y la amenaza de Francia y de los Estados Unidos de recurrir al veto contra cualquier resolución del Consejo de Seguridad que obligue a Marruecos al compromiso, se hace difícil pensar en el éxito de cualquier solución diplomática del conflicto. Con las potentes fuerzas armadas marroquíes protegidas por el muro de separación y la ausencia de voluntad argelina para apoyar el reinicio de una guerra de guerrillas, el Frente POLISARIO aparece también falto de una opción militar.

Como ocurrió durante los años 80 tanto en Sudáfrica como en los territorios ocupados de Palestina el lugar de la lucha del pueblo saharaui por su libertad ha cambiado recientemente de un combate militar y diplomático a un movimiento armado en exilio con un una resistencia popular pacifica. En los recientes años, jóvenes activistas en los territorios ocupados e incluso en la parte del sur de Marruecos habitada por poblaciones saharauis han hecho frente a las tropas marroquíes en manifestación publicas y otras formas de acción de no violenta, a pesar del riesgo de verse disparados, detenciones en masa, y tortura.

La falta de acuerdo por parte de Marruecos y del Frente POLISARIO en las modalidades del ya largo proceso de referéndum auspiciado por las Naciones unidas sobre el futuro del territorio saharaui, combinado con una creciente campaña de resistencia no violenta en los territorios ocupados contra los ya 31 años de ocupación marroquí, llevo a Marruecos a proponer garantizar a la antigua colonia española una autonomía especial dentro de Marruecos. Este plan gozo del apoyo entusiasta de los gobiernos americano y francés como un compromiso razonable para el ya largo y duradero conflicto. Como mas abajo se señalo,  existen serios problemas con esa propuesta. Sin embargo,  el hecho de que Marruecos haya aceptado proponer un estatuto especial para el territorio constituye un reconocimiento de que su pretendida reivindicación del Sahara occidental como parte de Marruecos es falsa. Como pude observar yo y otros visitantes al Sahara Occidental en los últimos años, no solo Marruecos fracaso en su política de asimilación de 33 años, sino que las jóvenes generaciones de saharauis son por lo menos tan nacionalistas como sus padres.

Es lamentable, por ello, que el plan de autonomía propuesto por Marruecos quede corto con respecto a lo que se requiere para poder encontrar una solución pacifica al conflicto. Además, induciría a  crear un peligroso precedente que amenazaría al más importante fundamento del sistema erigido tras la II Guerra Mundial.

Primero,  la propuesta en cuestión parte de la base de que el Sahara Occidental es parte de >Marruecos, pretensión que desde hace mucho tiempo fue rechazada por las Naciones unidas, por la Corte Internacional de Justicia, por la Unión Africana y por un amplio consenso de la opinión jurídica internacional. Aceptar el plan de autonomía marroquí equivaldría, por primera vez desde la fundación de las Naciones unidas y de la ratificación de la Carta de la ONU hace mas de sesenta años, la comunidad internacional se vería apoyando la expansión militar del territorio de país mediando la fuerza, además de crear un peligroso  y desestabilizador precedente.

Si el pueblo saharaui acepta un acuerdo sobre la autonomía en vez de la independencia en un referéndum libre y regular,  constituiría un acto legitimo de autodeterminación.. Sin embargo, Marruecos dijo explícitamente que su propuesta de autonomía “descarta, por definición, la posibilidad de someter la opción de independencia” del pueblo saharaui, la mayoría del cual- de acuerdo con lo que es conocido por los observadores internacionales- esta a favor de la independencia total.

Incluso si uno es negligente con el derecho internacional, existe un número de preocupaciones prácticas con respecto a la propuesta marroquí:

Una de estas preocupaciones consiste en que una autonomía regional dentro de un régimen autoritariamente centralizado seria relativa, y a menudo conduce a un conflicto violento. Por ejemplo, en 1952, las Naciones unidas garantizo al protectorado ingles ( y antigua colonia italiana) de Eritrea una autonomía dentro de la federación de Etiopia. En 1961, sin embargo,  el emperador etiope revoco unilateralmente el estatuto de autonomía otorgado a Eritrea, anexionando a la misma y haciendo de ella su provincia numero catorce, ello termino en un conflicto sangriento que duro 30 años, y consecuentemente creo problemas fronterizos entre los dos países que costaron la vida a centenares de miles.

Basados en la experiencia  de Marruecos de no respetar sus compromisos con la comunidad internacional con respecto a la celebración de un referéndum de autodeterminación para el Sahara Occidental y sus obligaciones respecto a los acuerdos de cese el fuego hace dieciocho años, existe poca probabilidad de inspirar confianza en que Marruecos respete sus promesas de otorgar una genuina autonomía para el Sahara Occidental.

En efecto, una lectura detenida de la propuesta marroquí suscita algunas cuestiones como cual es el margen de la autonomía que se otorgara. Asuntos importantes como el control sobre los recursos naturales y la ejecución de la ley (en el marco de la jurisdicción local)  son ambiguos.

Además,  la propuesta parece indicar que todos los poderes  de los que no esta investida específicamente la región autónoma son prerrogativas del reino. En efecto, mientras el rey de Marruecos claramente investido de poderes absolutos según lo establece el articulo 19 de la constitución de Marruecos, la propuesta de autonomía insiste en que el Estado marroquí “mantiene sus prerrogativas en los dominios reales, especialmente en lo que respecta a la defensa, las relaciones exteriores y las prerrogativas constitucionales y religiosas de Su Majestad el rey”, parece ofrecer un amplio margen de interpretación a la monarquía.

En años recientes, se hablo entre diplomáticos y académicos europeos, entre otros, de que alguna forma de compromiso, o una “tercera vía” entre la independencia y la integración como el plan marroquí de autonomía, es la mas realista forma de poner fin al conflicto. Citando la mas predominantes  literatura sobre la solución de conflictos, estos análisis insisten en que un “vencedor gana todo” como es el caso de un referéndum que ofrezca la elección entre la  autonomía o la integración- es inoperante.

Mientras que  estimulando semejante compromiso y tratando de encontrar una solución de ganador-ganador es seguramente la mejor vía de conseguir un arreglo pacifico para la mayoría de los conflictos étnicos y de las disputas internacionales, el conflicto del Sahara Occidental es un caso de corte clásico de autodeterminación para un pueblo que lucha contra la ocupación militar extranjera. No se trata pues de una “división  de diferencia” que establece que una parte esta bajo una ocupación ilegal extranjera y la otra es la ocupante. Es por eso que la comunidad internacional rechazo la propuesta de Irak en 1990-1991en la que se estable una forma de compromiso relativo a su ocupación de Kuwait. El Frente POLISARIO había ofrecido garantías para proteger los intereses económicos y estratégicos de Marruecos si este acepta la independencia total. Insistir en que el pueblo saharaui debe renunciar a su derecho  moral y legal a la autodeterminación, no es la receta para solucionar el conflicto, sino para otros conflictos de mayor complicación en el futuro.

Marruecos logro  evitar cumplir sus obligaciones legales durante más de tres décadas gracias al apoyo de miembros permanentes del Consejo de seguridad. Como resultado de las amenazas de Francia y de los Estados unidos de hacer uso del derecho de veto, el Consejo de seguridad se vio en la imposibilidad de llevar el conflicto del Sahara Occidental al Capitulo VII de la Carta de las Naciones unidas, lo cual daría a la comunidad internacional el poder de imponer sanciones u otras formas de presión que obliguen a Marruecos a cumplir con los mandatos de la ONU que ha estado despreciando hasta hoy. La falta de voluntad del frente POLISARIO  no debe verse por ello como el obstáculo mayor que impide la solución del conflicto.

Apoyo similar por parte de los países occidentales a Indonesia durante muchos años es lo que evito que se encuentre solución a la ocupación de Timor del Este. Solo gracias a las organizaciones de derechos humanos, grupos de iglesias y otros activistas en los Estados <unidos, en Gran Bretaña y en Australia, que se logro presionar a sus respectivos gobiernos para que pongan fin a sus apoyos a la ocupación indonesia y con el ello el gobierno de Yakarta acepto la celebración de un referéndum que permitió, por fin, que los timoreses autodeterminarse. Si pueden hacerse campañas de base similares en Europa, en Norteamérica para exigir que los países occidentales cumplan con sus obligaciones internacionales y presionen sobre Marruecos para que este permita al pueblo saharaui decidir su propio futuro.

El crecimiento de la resistencia no violenta en los territorios ocupados ofrece la única oportunidad de hacer conocer a la comunidad internacional a través de  las organizaciones de la sociedad civil las cuales ofrecen mayor margen de solidaridad con la lucha de los saharauis por su libertad. Semejantes acciones no violentas y otras formas de no cooperación suministran una importante señal a los ocupantes marroquíes y la comunidad internacional de que el pueblo saharaui sigue exigiendo su libertad y no aceptara nada que no sea su derecho a la genuina autodeterminación.

El recurso a los métodos no violentos  de resistencia permite igualmente que las violaciones de los derechos humanos de manera sistemática  que cometen las fuerzas de ocupación marroquí sean resaltadas, y  a la vez se gana así mayor simpatía y apoyo dentro de la comunidad internacional de los derechos humanos y ejerce al mismo tiempo serian presiones sobre Francia, los Estados unidos y otros gobiernos que continúan apoyando a Marruecos y, indirectamente, apoyan la ocupación marroquí.

Existe un pequeño pero creciente movimiento en Europa que soporta el derecho de los saharauis a la autodeterminación, como también existe un apoyo civil en Sudáfrica, en otros países africanos, en Australia, en Japón y en los Estados unidos. Hasta este momento, no obstante, sigue siendo pequeño para poder tener un impacto en las políticas de los países, particularmente los de Francia y los Estados unidos  los cuales son los mayores responsables del fracaso de las Naciones unidas en imponer el respeto y aplicación de sus resoluciones relativas al conflicto. Esto puede cambiar, sin embargo,: hace solo doce o quince años atrás, existía un insignificante  activismo de la sociedad civil con respecto a Timor del Este. Posteriormente, duros y concertados esfuerzos llevado a cabo por activistas de los derechos humanos, de grupos de iglesias, y varias organizaciones no gubernamentales en Canadá, en Gran Bretaña, en Australia, en los Estados Unidos, y en otras partes se logro forzar a estos países para que retiren su apoyo a la ocupación indonesa. Como resultado, Timor del Este es hoy un país libre.

Una campaña similar  puede ser la mejor esperanza para el pueblo saharaui y la mejor esperanza que tenemos de salvar el más importante principio de la Carta de las Naciones unidas tras la II guerra Mundial.

Reconozco sinceramente que no soy un gran conocedor del Magreb. No soy un defensor incondicional del Frente POLISARIO. Se que el numero del pueblo que mas impacta directamente la ocupación marroquí, en una proporción global,  es relativamente pequeño. Lo que ha hecho que haga esta intervención es el hecho de que tengo la certeza de que hay que defender los principios básicos de los derechos humanos y del derecho internacional, incluso al precio de incomodar a mi propio gobierno- como es el caso también de todo principio moral o legal- esos principios deben ser aplicados de manera consistente. En los años 90, trabajaba en un consejo de administración en un comité de coordinación norteamericano de ongs sobre el problema de Palestina. Durante un forum en las Naciones unidas al que asistí, un delegado árabe hizo un apasionante discurso contra la política de ocupación israelí, citando en su intervención el derecho fundamental a la autodeterminación, hablo de la importancia de reforzar las resoluciones del Consejo de seguridad de la ONU, de la ilegalidad de que un poder ocupante transfiera su población civil a los territorio que ocupa, las obligaciones de apoyar los derechos humanos internacionalmente reconocidos. No había nada en su discurso con el que yo podía estar en contradicción. Irónicamente, el delegado en cuestión era el representante del gobierno marroquí, gobierno que violo y sigue violando esos importantes derechos  fundamentales reconocidos por la comunidad internacional.

Si la comunidad internacional no cumple con sus obligaciones respecto a este conflicto- donde los imperativos moral y legal son tan claros- ¿como podríamos solucionar problemas más complejos? Si la comunidad internacional no defiende el derecho fundamental a la autodeterminación, ¿como podríamos defender los otros derechos humanos ¿ Si la comunidad internacional no aplica la serie de resoluciones del Consejo de seguridad de la ONU relativas a la flagrante violación de la Carta de las Naciones unidas de un miembro de la misma que invadió, ocupo y anexiono y colonizo un país vecino ¿ Como podemos aplicar otros estipulados del derecho internacional ¿

Los desafíos no consisten en el futuro de un pequeño país, sino en ¿que principio prevalecerá en el siglo XXI: el derecho  a la autodeterminación, o el derecho a la conquista?   La respuesta puede determinar el destino no solo del Sahara Occidental, sino del orden legal internacional para muchas décadas futuras.


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